Un billón para el mejor (de $, of course)

Ya lo advertíamos en nuestra anterior entrada: la caída del muro y el nacimiento del capitalismo de Estado. 
Que los mercados de todo el mundo hayan recibido la noticia de la socialización de las pérdidas financieras USA con subidas históricas  histéricas no debe sorprender a nadie una vez agotadas las autoridades (y las reservas) centrales de inyeciones masivas de liquidez que no han hecho más que confirmar que esta era una crisis de solvencia, y que conste que existen otras fórmulas mamonadas como la del regulador ruso que directamente cierra el chiringo hasta que escampe.
Este balón de oxigeno no lo es tanto para el sistema capitalista como para sus detractores. Claro que podría verse desde otro punto de vista: la intervención que se anuncia no pone fín al capitalismo sino a su modelo más liberal. Al final va a resultar que un fondo soberano como el de China acabe pescando uno de los grandes bancos del Imperio, cosas del sistema, o ¿habrá también sorpresas al respecto?. Pero sobre todo, la intervención (no sólo necesaria sino esencial, según acaba de afirmar Bush) revela por qué los EE.UU son la primera economía del planeta: porque las reglas del mercado son las suyas y se cambian a mitad del partido si el resultado es negativo, por eso es el mejor y por eso un billón (o dos si son pequeños) para el mejor. 
Pero hay algo que me revienta profundamente en las subprime, dejando a un lado a los pobres hipotecados, y es que los promotores y constructores de esas casas hicieron su trabajo y ganaron (mucho y muchos) o perdieron (pocos y mucho), en cambio los financiadores resulta que además de hacer mal su trabajo (ingeniería financiera de última generación como las titulizaciones que han puesto en evidencia, además, la ineptitud de las agencias de rating y, sobre todo, de las autoridades supervisoras) al final van a salir ganando.

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