Las dos Españas


 
       "El presente no es más que el esfuerzo del pasado por convertirse en porvenir"
                                             Miguel de Unamuno

 

La reciente decisión adoptada por Baltasar Garzón sobre la apertura de una investigación en orden a depurar posibles responsabilidades penales dimanantes del holocausto franquista, supone, junto a la Ley para la Memoria Histórica, el intento más serio de nuestra joven democracia por recuperar una dignidad tristemente silenciada durante 30 años: la dignidad de la víctimas y sus familias por el golpe militar y subsiguiente dictadura que laceró un proyecto de modernidad iniciado el 14 de abril de 1.931 con la proclamación de la II República. Convendría señalar que para cerrar las heridas de un pasado tan negro el camino a seguir no puede refugiarse en un silencio cómplice como pretendido instrumento de conciliación, tan al gusto de la derecha, sino que debe de una vez y para siempre afrontarse la primera obligación de las verdaderas democracias: restituir la memoria de sus defensores y proclamar el repudio, incluso penal, de sus enemigos. Durante 40 años los caídos por España fueron objeto de todo tipo de honores, reconocimientos y reparaciones al tiempo que las hordas marxistas sufrieron una de las más crueles y deleznables represiones que se recuerden. Es hora ya de que la clase política, sin excepciones, pase página una a una y con todo detalle, de la interminable lista de desagravios cometidos contra los titulares y defensores de un poder legítimamente instituido emanado de la soberanía popular que lucharon hasta el final de sus días por unos ideales de igualdad, justicia y progreso. Y hora ya también de que el PP, su recua de voceros mediáticos y la Conferencia Episcopal se desvinculen del atávico miedo so pretexto de reabrir viejas heridas. Valiente, como siempre, el juez Garzón no ha querido dejar en el cajón del olvido las peticiones que desde hace tiempo le reclamaban una acción como la que ha emprendido, iniciando (como ya lo hizo y sigue haciendo contra otras dictadurass) un lento pero imparable camino hacia la dignidad de la democracia, de sus víctimas y de su memoria convirtiendo el pasado, como dice Unamuno, en porvenir.


  "El presente no es más que el esfuerzo del pasado por convertirse en porvenir"
                                        Miguel de Unamuno

 

La providencia dictada por Garzón, eufemismo que envuelve una verdadera cruzada contra todo lo que huela a dictadura, requiriendo a varios Ayuntamientos  y a la Conferencia Episcopal datos sobre desaparecidos tras el 17 de julio de 1.936, evidencia una de las carencias de la llamada Ley de la Memoria Histórica (instrumento legal no olvidemos que de orden puramente administrativo o cívico en terminología ZP) que tendría que haber resuelto, por no decir cerrado, un censo de desaparecidos a consecuencia del franquismo. En realidad, obviando la cuestión jurídico-procesal única a la que debería someterse el juez, Garzón viene a enmendar el escollo en que Zapatero encalló con su particular ley frente a sus socios extremistas en la pasada legislatura: la depuración penal del franquismo, incluida la guerra civil. No resulta extraña, por tanto, la casual sinergia de ZP con la iniciativa del magistrado de la Audiencia Nacional cuando dice no poder entender que "reconocer e identificar a un ser querido en circunstancias trágicas pueda dividir". De este modo se pone en marcha, una vez más, la maquinaria propagandística de la izquierda sectaria consistente en colocar al PP a la cabeza de la negación de derechos y, en no poca medida, cómplice por omisión con el franquismo. Si de algo debemos aprender los españoles es de la ejemplar transición que supo, con la ayuda y el consenso de todos con el Rey a la cabeza, enderezar el rumbo hacia un régimen democrático sin reproches de unos y otros por el pasado, sustrayendo del debate político los horrores de una guerra civil. En definitiva lo que 70 años después un juez, estrella o estrellado, pretende no es, como dice Unamuno, el esfuerzo del pasado por convertirse en porvenir, pretende sencillamente ganar una guerra en los juzgados.

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