No tan triunfal


Conviene administrar los triunfos no vaya a ser que al final cuando tengamos que recurrir a ellos no existan. Siempre me conmovió la grandeza de aquellos espíritus que, aun pasando frío, nunca hacen leña del árbol caído. Y es que aquellos otros que pretenden calentarse con ella acabarán ardiendo en su propia hoguera de vanidades, triste final, muy triste.

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